Encuentros humanos verdaderos
Nuestra personalidad puede tener una expresión artificial y mecánica o directa conexión con la consciencia viva, todo depende de nuestro nivel de presencia y atención entre otros factores, evidentemente hay muchas graduaciones, tanto de artificio como de frescura.
Si funcionamos con los demás mediante el recuerdo, nuestras relaciones son pobres.
Hay una gran diferencia entre estar con alguien sin sentirlo, usando patrones de expresión automáticos, recurriendo a los temas de siempre, a lo que ya sabemos que funciona o sentir a la persona que está con nosotros, verla como si fuera la primera vez, percibir su energía, su consciencia, no relacionarnos con lo que sabemos y pensamos de ella sino con quien está ahí realmente, en el AHORA vivo, sin proyectar.
Cuando estamos con alguien podemos entrar en una dinámica de roles, de personajes que vamos sacando según con quien nos encontremos, muchos de estos personajes ni siquiera son nuestros sino que son expresiones de la sociedad, imitaciones de personajes ya creados por ella.
Otro aspecto en las relaciones es el de no renovar las dinámicas, asumimos una o varias con alguien con las que nos sentimos cómodos y no salimos de ahí, la situación se vuelve insostenible (aunque se sostenga con total “naturalidad”) cuando hace años que no se ven varias personas y en vez de observar y sentir el momento en el que están los demás actualmente, recurrimos a los roles y expresiones de hace años creando una situación que a veces roza lo absurdo, es cierto que a veces resulta entrañable y une mucho recurrir a conversaciones y expresiones del pasado, pero basar un encuentro actual en el pasado tal vez el primer día tenga sentido, pero si seguimos quedando con alguien solo para recordar aquellos maravillosos años evidentemente esa relación no tiene mucho sentido en el presente sino que se ha convertido en un álbum de fotos.